La Ballena jorobada, también conocida como Yubarta, es en realidad un rorcual, ya que no pertenece a la familia Balaenidae que les otorgaría el nombre propio de “ballenas”, pero aun así son conocidas comúnmente como ballenas jorobadas. Son cetáceos misticetos, es decir, poseen barbas en lugar de dientes. Se distribuyen en aguas de casi todo el mundo, pero abundan en los océanos Atlántico, Ártico y Pacífico, así como en el Mar de Bering y aguas heladas de la Antártida.

 

Contrariamente a la mayoría de los mamíferos, las hembras de esta especie son de mayor tamaño que los machos. La hembra más grande registrada tenía una longitud de 15.5 metros. Pueden llegar a pesar hasta 40 toneladas; solamente el cerebro constituye ya el 20% del peso total, y el peso del corazón de una ballena jorobada es de cerca de 160 kg.

 

En la época de verano se dedicarán únicamente a alimentarse, ya que podrán sobrevivir en invierno sin comida debido a las grandes reservas de grasa que guardan en su organismo. Su dieta se basa principalmente en krill y peces como el salmón o las caballas. Una técnica muy curiosa que utilizan para cazar a sus presas consiste en crear una “red de burbujas” donde algunas ballenas nadan en círculos rodeando los bancos de peces al mismo tiempo que sueltan burbujas de aire. Esta red se hace cada vez más pequeña obligando a los peces a “saltar” y a caer en sus mandíbulas.

 

Sus únicos depredadores naturales son las orcas, por lo que las principales causas de su extinción son por culpa de actividades himanas. La principal causa de su muerte es a consecuencia del cambio climático, que progresivamente está calentando las aguas en las que viven, obligándolas a desplazarse de su hábitat natural frío. Además, la caza por poblaciones aborígenes, los enredos con redes de barcos pesqueros y la colisión que sufren con las embarcaciones son otros de los problemas a los que se enfrentan. Actualmente sólo existen cerca de 15000 ballenas jorobadas en el mundo.